Era una joven mujer caminando sin prisa
buscando para sus hijos algo de alimento.
De mirada triste y de dulce sonrisa
iba por la calle vendiendo su cuerpo.
Me miró a los ojos, me dijo ¿Qué tal?
Respondí el saludo como un caballero
¿Se le ofrece algo a tan bella señora?
Lo único que busco es un poco de dinero.
Mi esposo no sabe que he venido al centro
a buscar dinero vendiendo mi cuerpo.
Él hace tres meses que perdió su empleo
dijo la mujer con un triste acento.
Su rostro tan bello aunque demacrado,
me inspiró ternura y a llenarla de besos
pero yo también era un desempleado
y sólo le di mis únicos diez pesos.
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