domingo, 30 de mayo de 2010

Teporocho (o reflejos)

En un barrio pobre vivían aquellos hombres
si vivir es lo mismo que morirse de hambre
cubiertos con harapos y sentados en el suelo
para comprar tragos iban a donar su sangre.

Entre ellos nadie supo qué era recibir amor
y, quizás para olvidar su triste pasado,
con una sonrisa en su rostro demacrado,
era su felicidad una botella de alcohol.

Fueron cobardes y sin carácter para luchar
y perdieron todo, la fe y la esperanza
y como única alternativa para escapar
decidieron la peor: la puerta falsa.

Nadie supo jamás su nombre y procedencia
aunque todos coincidían en el mismo detalle
tomando siempre de la misma botella
y durmiendo y orinando en esa calle.

Cierta mañana pasamos como a las ocho
en una ambulancia vimos que subían a un muerto
dijo mi madre, es un pobre teporocho
de los que abundan en las calles del puerto.

Aunque nadie desee admitir la realidad
agregó mi madre, y en su rostro había pena,
lo que tú observas que pasa en la ciudad
es un reflejo del deterioro del sistema.

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